Un número creciente de ciudadanos de diferentes partes del mundo ven hoy en día a la compañía estadounidense Monsanto como el símbolo de una agricultura química, industrial y contaminante, que acelera la pérdida de biodiversidad y contribuye enormemente al calentamiento global.
Monsanto ha comercializado desde principios del siglo XX, productos altamente tóxicos que contaminan el medio ambiente de manera permanente, y ha causado enfermedades y muertes a miles de personas en todo el mundo. Por ejemplo:
El modelo agroindustrial promovido por Monsanto es responsable de al menos un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero debido a la actividad humana; también es en gran parte responsable del desgastamiento de la tierra y de la escases de agua, de la extinción de la biodiversidad y la marginación de millones de pequeños agricultores. Este modelo amenaza la soberanía alimentaria de los pueblos a través de las patentes sobre las semillas y la privatización de la vida.
Quienes critican a esta multinacional, afirman que Monsanto ha sido capaz de ignorar el daño humano y ecológico causado por sus productos y mantener sus actividades devastadoras a través de una estrategia sistemática de ocultación: es decir, gracias al lobby ante los organismos reguladores y las autoridades gubernamentales, a las mentiras y a la corrupción, al financiamiento de estudios científicos fraudulentos, a la presión sobre científicos independientes y la manipulación de la prensa.
La historia de Monsanto se constituye de esta manera en un paradigma de la impunidad de las empresas transnacionales y sus dirigentes, que contribuyen a la alteración del clima y la biosfera, y amenazan la seguridad del planeta.
Organizado en La Haya del 14 al 16 de octubre de 2016, el Tribunal Monsanto tuvo como objetivo evaluar los hechos que se le imputan y juzgar los daños ocasionados por esta multinacional. El Tribunal se basó en los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos, adoptados por la ONU en 2011.
De igual manera, el Tribunal evaluó las actividades de Monsanto frente al crimen del ecocidio, cuya inclusión se ha propuesto para reformar el derecho penal internacional. El Tribunal examinó la pertinencia de la reforma al estatuto de Roma que creó la CPI, en vigor desde 2002, para incluir el delito de ecocidio y permitir el juzgamiento de las personas naturales y jurídicas responsables.
Conscientes de los retos globales que plantea el reconocimiento del delito de ecocidio, que garantizaría el derecho a un ambiente humano sano, pero también a que la naturaleza sea protegida, los iniciadores del Tribunal Monsanto hicieron un llamado a la sociedad civil y a todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo, a participar en la financiación de esta iniciativa ejemplar, a través una gran plataforma de crowdfunding internacional.
La defensa de la seguridad del planeta y de las condiciones de vida es un asunto de todas y todos, y solamente una acción colectiva que una nuestra fuerzas podrá detener la destrucción de esta máquina de destrucción, que ya se ha puesto en marcha!